martes, 8 de diciembre de 2009


En Colombia el árbol de la nacionalidad está abonado con sangre; y la flor de la esperanza tiene amargas raíces. Cuando la cosecha de paz y libertad venga, entre tanta gente magnífica y bondadosa, será nutrida por savia que alguna criminal hiel por la piel transpira; sin embargo el mañana nos mira, amanecerá y por cada muerta se abrirá una puerta y por cada muerto prosperará un huerto.

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